Quini

Quini, Enrique Castro “Quini”, delantero centro del Barcelona y del Sporting de Gijón, murió ayer de un ataque al corazón después de haber luchado durante años contra el cáncer.

Sus antiguos compañeros cuentan que Quini, además de ser un gran delantero, era un tipo excepcional. Ganó varios títulos con el Barcelona, marcando para este club el gol número 3.000 de su historia. Sólo por eso Quini ya es un mito, pero pese a todo, su figura siempre me transmitió una aureola de tristeza, cierta melancolía.

Quini vino al Barcelona con 31 años, una edad tardía para alguien como él, así que nunca sabremos qué hubiera podido conseguir si hubiera fichado antes por el Barça. El Brujo, héroe en su Gijón, firmó por un equipo en el que llegaron a coincidir Schuster y Maradona, y esto siempre me causó aflicción, porque aunque Quini lo daba todo, entre tantas estrellas resultaba eclipsado. Incluso con el gol más importante de su carrera tuvo algo de mala suerte.

El gol al Standard de Lieja. Camp Nou, 12 de Mayo de 1982 | Foto: Agencia EFE

En la final de la Recopa de 1982, Quini fue más vivo y rápido que nadie, porque ni la televisión pudo recoger el golazo que le marcó al Standard. Hubo también un secuestro de por medio, 25 días en que vivimos con el corazón en un puño. Salió de aquello sano y salvo, pero muy tocado, como el Barcelona, que no se recuperó del trance y perdió una liga que tenía prácticamente en el bolsillo. Creo que aquel año, los barcelonistas perdimos mucho más que una liga.

Quini formaba parte de un tiempo en el que los futbolistas cumplían sus contratos y vestían una o dos camisetas en toda su carrera, y sin publicidad en el pecho. Con su muerte se cierra otra etapa de nuestra vida, una más. Lo único que no cierra nunca es la melancolía. Adiós, Brujo.