Puertas abiertas

Una jornada de puertas abiertas es una fiesta, la invitación anual de las escuelas para darnos a conocer su luz, el alma que vamos descubriendo padres e hijos a medida que nos dejamos acompañar por el patio, por bibliotecas y aulas donde tomaremos asiento. Es entonces cuando los mayores nos sorprendemos. Sentados de nuevo en los pupitres, observamos que ahora son otras puertas las que se abren, las de nuestra infancia, puertas temporales que nos muestran un pasado al que hemos regresado por unos pocos minutos.

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La hora del patio, en la Escola del Clot | Foto: web de la escuela.

Una jovencísima profesora nos presenta las actividades que ofrece la escuela, la ayuda que promete a nuestros hijos e hijas, que lo observan todo con un rigor extraordinario, porque es de su futuro de lo que se trata. Los mayores, en cambio, hemos creado pequeños círculos en los que intercambiamos nuestras dudas y sí, volvemos a formar el antiguo corrillo que no escucha a la profesora, adultos que no atienden y que finalmente levantarán un dedo para preguntar precisamente sobre aquello de lo que se estaba hablando hace nada. La profesora sonríe y aclara las dudas a los mayores, porque los jóvenes nos pasan la mano por la cara en más cosas de las que nos imaginamos.

Una jornada de puertas abiertas es para muchos un retorno a sus tiempos de estudiante, a un pasado de treinta años atrás. Sin embargo, para otros se acaba de abrir otra puerta, la de la nostalgia de lo que no fue, la frustración por no haber aprovechado la oportunidad que ésta u otra escuela nos había brindado, la invitación a crecer entre sus paredes y que ahora, cuando te abre las puertas en esta jornada de abril, descubres que te estás dando de bruces con el tiempo perdido.

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